Juan G. Feliciano-Valera, Pastor Iglesia Metodista de Puerto Rico
Textos (Año C)
Salmo 50:1-8, 22-23
1El Señor, el Dios de los dioses, ha hablado; ha llamado a los que habitan la tierra del oriente al occidente. 2 Dios resplandece desde Sión, la ciudad de belleza perfecta. 3 Nuestro Dios viene, pero no en silencio: delante de él, un fuego destructor; a su alrededor, una fuerte tormenta. 4 Desde lo alto, Dios llama al cielo y a la tierra a presenciar el juicio de su pueblo: 5 “Reúnan a los que me son fieles, a los que han hecho una alianza conmigo ofreciéndome un sacrificio.” 6 Y el cielo declara que Dios es juez justo. 7 “Escucha, Israel, pueblo mío; voy a poner las cosas en claro contigo. ¡Yo soy Dios! ¡Yo soy tu Dios! 8 No te censuro por los sacrificios y holocaustos que siempre me ofreces. 22 “Entiendan bien esto, ustedes que olvidan a Dios, no sea que empiece yo a despedazarlos y no haya quien los libre: 23 el que me ofrece su gratitud, me honra. ¡Yo salvo al que permanece en mi camino!”
Isaías 1:1, 10-20
1 Profecías que Isaías, hijo de Amós, recibió por revelación acerca de Judá y Jerusalén, durante los reinados de Ozías, Jotam, Ahaz y Ezequías en Judá. 10 Jefes de Sodoma, escuchen la palabra del Señor; pueblo de Gomorra, oye atentamente lo que nuestro Dios te va a enseñar. 11 El Señor dice: “¿Para qué me traen tantos sacrificios? Ya estoy harto de sus holocaustos de carneros y de la grasa de los terneros; me repugna la sangre de los toros, carneros y cabritos. 12 Ustedes vienen a presentarse ante mí, pero ¿quién les pidió que pisotearan mis atrios? 13 No me traigan más ofrendas sin valor; no soporto el humo de ellas. Ustedes llaman al pueblo a celebrar la luna nueva y el sábado, pero yo no soporto las fiestas de gente que practica el mal. 14 Aborrezco sus fiestas de luna nueva y sus reuniones; ¡se me han vuelto tan molestas que ya no las aguanto! 15 Cuando ustedes levantan las manos para orar, yo aparto mis ojos de ustedes; y aunque hacen muchas oraciones, yo no las escucho. Tienen las manos manchadas de sangre. 16 ¡Lávense, límpiense! ¡Aparten de mi vista sus maldades! ¡Dejen de hacer el mal! 17 ¡Aprendan a hacer el bien, esfuércense en hacer lo que es justo, ayuden al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan los derechos de la viuda!” 18 El Señor dice: “Vengan, vamos a discutir este asunto. Aunque sus pecados sean como el rojo más vivo, yo los dejaré blancos como la nieve; aunque sean como tela teñida de púrpura, yo los dejaré blancos como la lana. 19 Si aceptan ser obedientes, comerán de lo mejor que produce la tierra; 20 pero si insisten en ser rebeldes, morirán sin remedio en la guerra.” El Señor mismo lo ha dicho.
Hebreos 11:1-3, 8-16
Confiar en Dios es estar totalmente seguro de que uno va a recibir lo que espera. Es estar convencido de que algo existe, aun cuando no podamos verlo. 2 Dios aceptó a nuestros antepasados porque ellos confiaron en él. 3 Y nosotros creemos que Dios creó el universo con una sola orden suya. Lo que ahora vemos fue hecho de cosas que no podían verse. 8 Abraham confió en Dios, y cuando él le ordenó que saliera de su tierra para ir al país que le daría, Abraham obedeció, aunque no sabía hacia dónde iba. 9 Abraham confió tanto en Dios que vivió como un extranjero en el país que Dios le había prometido. Vivió en tiendas de campaña, igual que Isaac y Jacob, a quienes Dios también les había prometido ese país. 10 Abraham confiaba en que algún día vería la ciudad que Dios había planeado y construido sobre bases firmes. 11 Abraham confió en Dios y, por eso, aunque su esposa Sara no podía tener hijos y él era ya muy viejo, Dios le dio fuerzas para tener un hijo. Abraham confió en que Dios cumpliría su promesa de darle un hijo. 12 Por eso Abraham, aun cuando ya iba a morir, pudo tener tantos descendientes como las estrellas del cielo y como la arena que hay a la orilla del mar. ¡Nadie puede contarlos! 13 Todas las personas que hemos mencionado murieron sin recibir las cosas que Dios les había prometido. Pero como ellos confiaban en Dios, las vieron desde lejos y se alegraron, pues sabían que en este mundo ellos eran como extranjeros que estaban de paso. 14 Queda claro, entonces, que quienes reconocen esto todavía buscan un país propio. 15 Y que no están pensando en volver al país de donde salieron, pues de otra manera hubieran regresado allá. 16 Lo que desean es tener un país mejor en el cielo. Por eso Dios no tiene vergüenza de ser su Dios, porque les ha preparado una ciudad.
Lucas 12:32-40
32 “¡No tengan miedo, mi pequeño grupo de discípulos! Dios, el Padre de ustedes, quiere darles su reino. 33 Vendan lo que tienen, y denle ese dinero a los pobres. Fabríquense bolsas que nunca se rompan, y guarden en el cielo lo más valioso de su vida. Allí, los ladrones no podrán robar, ni la polilla podrá destruir. 34 Recuerden que siempre pondrán toda su atención en donde estén sus riquezas. 35-36 Ustedes tienen que estar siempre listos. Deben ser como los sirvientes de aquel que va a una fiesta de bodas. Ellos se quedan despiertos, con las lámparas encendidas, esperando a que su dueño llame a la puerta para abrirle de inmediato. 37-38 ¡Qué felices serán cuando llegue el dueño a la casa, en la noche, o en la madrugada! Les aseguro que el dueño hará que sus sirvientes se sienten a la mesa, y él mismo les servirá la comida. 39 Si el dueño de una casa supiera a qué hora se va a meter un ladrón, lo esperaría para no dejarlo entrar. 40 Ustedes deben estar listos, porque yo, el Hijo del hombre, vendré a la hora que menos lo esperen.”
32 No temáis, manada pequeña; porque al Padre ha placido daros el reino.” (V. Reina-Valera, 1909.)
32 »No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el Reino.” (V. Reina-Valera, 1995.)
32“No tengan miedo, ovejas mías; ustedes son pocos, pero el Padre, en su bondad, ha decidido darles el reino.” (V. DIOS Habla Hoy, 1998.)
32 “¡No tengan miedo, mi pequeño grupo de discípulos! Dios, el Padre de ustedes, quiere darles su reino.” (V. Biblia en Lenguaje Sencillo, 2000.)
Cuando me preparaba para este sermón (aunque sabia que no iba a predicarlo), comencé con el tema de la fe. Era un tema “obligado,” “un pie forzao.” Leí, consulté, estudié y escribí. Salieron muchas páginas sobre el tema de la fe. Fue hermoso. Pero, DIOS tenía otro plan en mente y esta exhortación es el resultado de ser obediente a DIOS. ¿Para qué predicar tanta teología, si lo que DIOS espera es que confiemos plenamente en ÉL? ¿Que le creamos a ÉL? Dicho sea de paso, ESO es fe y teología (y de eso hablaremos también.)
Amadas y amados del Señor: vivimos en un mundo convulsionado por la desesperación. Estamos preocupados por todo. Todo se convierte en una razón para estar ansiosos. Estamos muy apegados de este mundo.
En medio de esa convulsión, ese torbellino, ese huracán de angustias, aparece DIOS con un mensaje refrescante. En medio de nuestras frustraciones, aparece DIOS con un bálsamo, con un baño de aguas frescas, un manantial de aguas puras y cristalinas. En medio de la tormenta, aparece DIOS, si, DIOS mismo, para hablarnos de Su Amor, de Su Gracia, de Su plan, de Su propósito para nuestras vidas.
¿No les parece oportuno que DIOS aparezca en estos momentos con un Mensaje de Esperanza, de Gracia, de Paz, de Salvación? Aparece DIOS para decirnos que:
“ No tengan miedo, manada pequeña, ovejas mías, mi pequeño grupo de discípulos; porque a vuestro Padre le ha placido darles el Reino, es decir, en su bondad, DIOS ha decidido darles el Reino.” (LC. 12:32)
Amadas y amados: Se cuenta la historia de un turista que fue a visitar un seminario en una vieja ciudad de Europa. Allí se encontraba uno de los más prestigiosos biblistas y teólogos del mundo. El visitante fue sorprendido al descubrir que aquel famoso profesor vivía en una pequeña habitación que solo contenía muchos libros, un escritorio, una silla y un camastro. ¿Dónde están sus muebles? Preguntó el turista. El profesor contestó: ¿Y dónde están los suyos? El sorprendido visitante contestó: Yo soy un turista, voy de paso por esta ciudad, mis cosas están en casa. Entonces el sabio teólogo contestó: Las mías también. Yo también estoy solo de paso por esta tierra.
Amadas y Amados: Somos peregrinos y extranjeros en esta tierra. Nuestro Padre nos espera en Casa; su Casa, nuestra Casa.
A DIOS le complace compartir Su Reino con nosotros (as); comenzando aquí y ahora, pero no restringido a esta tierra. Me parece razón suficiente para alabar a DIOS. “No tengan miedo, manada pequeña, ovejas mías, mi pequeño grupo de discípulos; porque a vuestro Padre le ha placido darles el Reino, es decir, en su bondad, DIOS ha decidido darles el Reino.” (LC. 12:32)
1. Somos ciudadanos de un reino eterno, un reino guardado, protegido, equipado. Un reino de luz, de gozo, de fiesta, de alabanzas. Un reino en donde hay paz. Ese reino comienza aquí, pero no termina aquí. Esta vida es una oportunidad para ensayar la gloria eterna que disfrutaremos con nuestro Padre. Cuando cantamos aquí, ensayamos para cantar allá. Cuando adoramos aquí, estamos experimentando la adoración perfecta que rendiremos allá.
2. Somos embajadores de ese reino. Somos representantes de ese Reino donde quiera que vayamos. Los embajadores viven en otras naciones por un tiempo. Allí son protegidos por soldados del reino que los envió; reciben paga y tienen todas sus necesidades cubiertas por la nación que los envió. Los embajadores no expresan sus opiniones, sino la posición y las decisiones del Reino que los envió y que los sostiene. Los embajadores no carecen de nada, sus países se encargan de tenerlos contentos y bien suplidos. La bandera que hondea sobre la embajada de ese reino, es la bandera oficial del reino que los envió. Para poder ser embajador hay que ser un buen ciudadano del reino. Hay que obedecer las leyes y estar al día con los impuestos, los deberes civiles y estar dispuestos a defender la nación por encima de toda otra consideración. No puede ser embajador de ningún reino, una persona que le roba al rey. No puede ser embajador del reino una persona que odia o maltrata a los hijos o hijas del rey. No puede ser embajador de ese reino, una persona que no conoce al Rey. En este reino, hay que conocer personalmente al Rey. En este reino hay que amar al Rey con todo el corazón, con toda la mente, con todas las fuerzas del alma. Los embajadores de este Rey hablan las Palabras de este reino, palabras de fe, de esperanza, de salvación, de salud, de restauración, de perdón, de amor, de bondad, etc. Los embajadores de este reino no chismean sobre los demás. Los embajadores de este reino NO quieren brillar ellos, sino que desean que brille El Rey. En este reino no hay lugar para los protagonistas de la fama, solo hay lugar para los siervos y siervas del Señor. Los embajadores de este reino solo saben una cosa, que fueron escogidos para servir, para comunicarle a los demás las virtudes de Aquel que les amó y les llamó de las tinieblas, de la calle, de las drogas, del pecado, de la muerte, de los corrillos de la mentira, de la cárcel de la culpa, de las solitarias cadenas, a la LIBERTAD. Solo anuncian que habían sido expulsados a la calle y fueron “buscados” y recogidos e invitados a ENTRAR de nuevo a la Casa de Papá. Invitados por el Rey a la Cena de Bodas, al Banquete preparado. A los que no tenían ropas adecuadas, se les dio un nuevo vestido, una nueva túnica. ¿Cuántos de esos habrá aquí esta mañana? ¿Cuántos son de la mañana pequeña, del rebaño de las ovejitas del Señor, del Buen Pastor? ¡Él dio Su Vida por rescatarnos, a ÉL sea la Gloria!
3. Somos colaboradores de DIOS en la expansión de ese reino, que sigue creciendo. “Co-laboradores,” es decir, que trabajamos juntamente, unidos, unánimemente, con un mismo sentir, en unidad de espíritu, con TODOS los demás ciudadanos del Reino de DIOS HACIA un mismo propósito, la misión de DIOS. Aquí no hay lugar para “llaneros solitarios” y superhéroes; aquí no hay espacio para adorar hombres, ni mujeres. Somos atalayas, heraldos del Rey, solo anunciamos las virtudes, las bondades, la justicia, las ordenanzas del Rey. Los colaboradores anuncian las misericordias del Rey, la Gracia del Rey, el Amor del Rey, la ternura del Rey. Los colaboradores del Rey anuncian el perdón que solo puede conceder el Rey, las oportunidades que nos concede el Rey.
4. Somos el Cuerpo de Cristo; continuamos SU MISIÓN, SU OBRA, mientras estemos aquí. Cristo sigue vivo a través de nosotros. ¿Me entienden? Tu y yo somos la continuación del Cuerpo de Cristo (“encarnaciones” de la Encarnación de DIOS.) Lo que Cristo comenzó, nosotros lo tenemos que continuar. ¿Amó Jesús? Nosotros tenemos que amar. ¿Perdonó Jesús? Nosotros tenemos que perdonar. ¿Restauró Jesús? Nosotros tenemos que restaurar. Lo único que no tenemos que hacer es morir, porque ya Cristo murió por nosotros, una vez, suficiente. Así se cumple el plan de DIOS. A DIOS, nuestro Padre, le ha placido darnos la oportunidad, el privilegio, la bendición, de participar, representar, colaborar y continuar con la expansión de Su Reino.
¿Cómo está nuestro récord, nuestro expediente, nuestras contribuciones, nuestros impuestos, nuestras prioridades, nuestra obediencia, nuestra fe? ¿Podrá DIOS usarnos, como siervos, como usó a Jesús, en Su Obra, Su reino, aquí y ahora? ¿O podremos excusas, razones, argumentos para justificar nuestro pobre cuidado y escasa utilización de los talentos que DIOS mismo nos ha concedido para realizar Su Obra? ¡Este Rey no deja solo a sus embajadores, envía su ejército a cuidarlos!
Alcemos su bandera HOY y pongamos Manos, Pies, Cabeza, fuerza y confianza en Su Obra. ¿Amén? ¡Amén! Recuerden lo que DIOS nos dice en el Salmo 50: 22 “Entiendan bien esto, ustedes que olvidan a Dios, no sea que empiece yo a despedazarlos y no haya quien los libre: 23 el que me ofrece su gratitud, me honra. ¡Yo salvo al que permanece en mi camino!”
Recuerden lo que DIOS nos dice en Isaías:
17 ¡Aprendan a hacer el bien, esfuércense en hacer lo que es justo, ayuden al oprimido, hagan justicia al huérfano, defiendan los derechos de la viuda!” 18 El Señor dice: “Vengan, vamos a discutir este asunto. Aunque sus pecados sean como el rojo más vivo, yo los dejaré blancos como la nieve; aunque sean como tela teñida de púrpura, yo los dejaré blancos como la lana. 19 Si aceptan ser obedientes, comerán de lo mejor que produce la tierra; 20 pero si insisten en ser rebeldes, morirán sin remedio en la guerra.” El Señor mismo lo ha dicho.”
Recuerden lo que DIOS nos dice en Hebreos 11.
DIOS nos está invitando a formar parte de Su Reino. Su Reino no es una organización, ni un país, ni un reino terrenal. Su Reino es un Organismo, un Cuerpo de Valientes, arrepentidos y perdonados, que han aceptado el reto de servir y seguir al Rey de Reyes y Señor de Señores. Un Cuerpo que proclama liberación, restauración, arrepentimiento y perdón de pecados, vida eterna, abundante y salvación para una eternidad con DIOS.
¿Quieres tener muchos muebles aquí o vida eterna con ÉL?