14 noviembre 2007

La pérdida de un amigo

Lectura: Lamentaciones 3:19-29

Que las misericordias del SEÑOR jamás terminan, pues nunca fallan sus bondades. -Lamentaciones 3:22

Cuando los autobuses rojos de dos pisos de Londres, llamados los Routemasters, fueron retirados del servicio regular en diciembre del 2005, muchas personas sintieron que habían perdido a un amigo. Estos autobuses habían brindado un servicio confiable durante 51 años y eran populares tanto entre los londinenses como entre los turistas debido a su fácil acceso posterior que permitía subir y bajar de ellos de un salto. Todavía unos cuantos de estos antiguos autobuses recorren dos rutas turísticas de la zona histórica, pero han desaparecido del resto de la ciudad que está creciendo descontroladamente.

Muchos cambios en nuestras vidas representan una pérdida, sea esta algo tan pequeño como el recuerdo preciado de un autobús, o algo tan grande como un hogar familiar destrozado, un sueño de éxito frustrado, o la muerte de una persona a la que amábamos profundamente. En cada pérdida anhelamos un toque de sanidad y esperanza.

El libro de Lamentaciones ha sido llamado «el funeral de una ciudad». En él, Jeremías lloró el cautiverio de su pueblo y la destrucción de Jerusalén. Pero en medio del sufrimiento, hay una celebración de la fidelidad de Dios: «Que las misericordias del SEÑOR jamás terminan, pues nunca fallan Sus bondades; son nuevas cada mañana; ¡grande es Tu fidelidad! El SEÑOR es mi porción -dice mi alma- por eso en Él espero.» (Lm. 3:22-24).

Cuando nuestros corazones sufren por una pérdida, podemos encontrar esperanza en nuestro Señor, quien nunca cambia. -DCM

Cuando el sol del amor de Dios se encuentra con el chubasco de nuestro sufrimiento, aparece el arco iris de la promesa.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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