23 agosto 2009

Sermón: “En agradecimiento a Dios, amémonos unos a otros(as)”

Pastor Juan Guillermo Feliciano-Valera, Iglesia Metodista "Obispo Corson"

Salmo 98:1 Cantad a Jehová cántico nuevo, Porque ha hecho maravillas; Su diestra lo ha salvado, y su santo brazo. 2 Jehová ha hecho notoria su salvación; A vista de las naciones ha descubierto su justicia. 3 Se ha acordado de su misericordia y de su verdad para con la casa de Israel; Todos los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios. 4 Cantad alegres a Jehová, toda la tierra; Levantad la voz, y aplaudid, y cantad salmos. 5 Cantad salmos a Jehová con arpa; Con arpa y voz de cántico. 6 Aclamad con trompetas y sonidos de bocina, Delante del rey Jehová. 7 Brame el mar y su plenitud, El mundo y los que en él habitan; 8 Los ríos batan las manos, Los montes todos hagan regocijo 9 Delante de Jehová, porque vino a juzgar la tierra. Juzgará al mundo con justicia, Y a los pueblos con rectitud.

Hechos 10:44 Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. 45 Y los fieles de la circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. 46 Porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. 47 Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impedir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíritu Santo también como nosotros? 48 Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días.

1ra Epístola de S. Juan 5:1 Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él. 2 En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. 3 Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. 4 Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. 5 ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? 6 Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad.

S. Juan 15:9 Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. 10 Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. 11 Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. 12 Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. 13 Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. 14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. 15 Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer. 16 No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé. 17 Esto os mando: Que os améis unos a otros.

INTRODUCCIÓN. “En agradecimiento a Dios, amémonos unos a otros(as)” La palabra “agradecimiento” tiene la raíz de la palabra “gracia.” Existe agradecimiento porque existe la gracia. Solo los que han conocido el amor de Dios, pueden amar. Solo los que han conocido el perdón de Dios, pueden perdonar. Solo los que han conocido la Gracia de Dios, pueden ser agradecidos. ¿Amén? “Dios da cuando encuentra manos vacías”, decía San Agustín. La gracia se recibe como resultado del arrepentimiento. Arrepentirse es vaciarse de todo orgullo y reconocer que hemos pecado contra Dios. Nosotros(as) hemos sido amados por Dios y, por tal razón, estamos agradecidos. Estamos agradecidos por:

1. El perdón de nuestros pecados y la salvación de nuestras almas. ¿Cuántas cosas tuvo que hacer el Señor para alcanzarnos, perdonarnos y salvarnos de la muerte eterna?
2. Estamos agradecidos por La Palabra, El Mensaje del Cielo, El Plan de Dios, El Propósito de Dios revelado en Jesucristo (el “Rhema” de Dios.)
3. Estamos agradecidos por la familia de la fe (La Iglesia: porque todos hemos sido engendrados por Dios y, por lo tanto, el mandamiento es que nos amemos unos a otros(as). ¿Amén? Escuche lo que dice la 1ra Epístola de S. Juan 5:1 “Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él.” Y ¿Quién usted cree que engendró al que está sentado a su lado? ¿Quién engendró a su hermano, hermana, padre, madre, vecino, vecina, compañero de trabajo o de estudio? ¿Quién engendró a los musulmanes, a los dominicanos, a los afroamericanos, a los chinos y a los mexicanos? ¡¿Quién?! ¡Fue Dios, el mismo que lo engendró a usted y a mí! ¿Entiende el Mensaje de Dios? Tenemos que amar a aquellos, que aunque son distintos a nosotros(as), piensan distinto, adoran de manera diferente a nosotros(as), HAN SIDO ENGENDRADOS POR EL MISMO DIOS que nos engendró a nosotros(as). ¿Amén? ¡Amén!)
4. Estamos agradecidos por el Espíritu Santo de Dios que habita dentro de nosotros(as). La fuerza motriz, el motor, el que nos impulsa a hacer lo que es antinatural para el ser humano: amar, perdonar, aceptar, etc.
5. Estamos agradecidos por la esperanza viva depositada en cada uno de los que hemos creído a Dios. Una esperanza que no avergüenza, sino que se nos revela en cada momento de necesidad, de inquietud, de desasosiego, de dolor, de la noche oscura del alma, del valle de sombra y muerte. ¿Amén? ¡Amén!
6. Estamos agradecidos por la paz que solo Cristo puede dar. Una paz que sobrepasa nuestro entendimiento pues se hace real en nuestras vidas, a pesar de lo convulsionado que nuestro mundo esté.
7. Estamos agradecidos por las bendiciones recibidas.
8. Estamos agradecidos por las oportunidades que Dios nos da de amar, perdonar y bendecir a otros(as). ¿Amén?

Ahora quiero preguntarles algo. Si Dios nos ha amado así, de tantas formas, de tantas maneras, tantas veces, ¿Por qué es que nosotros(as) no podemos hacer lo mismo con los demás? Si usted pregunta por ahí, ¿Qué define a un cristiano evangélico? Se va a encontrar con muchas sorpresas. A veces, somos definidos como “religiosos.” A veces, se dice de nosotros(as) que somos unos hipócritas. A veces, se dice que somos políticos activistas en contra del aborto, de los homosexuales; que nos oponemos a la Internet, que somos enemigos de los católicos, de los musulmanes, de los que piensan distinto a nosotros(as). Muy pocas veces, si alguna, escuchamos decir que los cristianos evangélicos son gente que destila el aroma agradable, suave, de la Gracia de Dios.

A veces, el testimonio que damos es que tenemos una tensa falta de gozo. En la Iglesia somos gozosos, fuera de ella somos sosos. Tenemos una lista de conductas inadecuadas, prohibidas, pecaminosas. Parece que queremos cargar la pena de la Semana Santa durante todo el año. Nos parece que tenemos que estar tristes para agradar a Dios. Se nos ha olvidado el Dios que creó la felicidad, el gozo, la alegría. Se nos han borrado las imágenes del Jesús sonriente, del Jesús amoroso, del Jesús piadoso, misericordioso.

¿Saben cuántas veces y cuántas palabras, escribió Jesús? La Biblia dice que Jesús solo escribió una vez; cuando le trajeron a la mujer adúltera. Dice la Escritura que mientras aquellos hombres acusaban a la mujer (no al hombre adúltero), Jesús escribía en la arena (para que sus palabras se las llevara el viento después…) ¿Hello? ¿Alóu? Jesús era Dios mostrando su templanza, su paciencia, su misericordia con aquellos “acusadores” de los demás, con aquellos “religiosos” que querían tentar a Jesús. “El que esté libre de pecados, que tire la primera piedra,” les dijo Jesús. Y luego, con pasión y misericordia, le dijo a la mujer: “¿Dónde están los que te acusaban?” A lo que ella contestó: “todos se han ido.” Jesús entonces le dijo: “Mujer, vete y no peques más.” ¿Ustedes imaginan el gozo, la sonrisa, la alegría de aquella mujer pecadora que había sido perdonada? ¡Wow! Tenía que haberse sentido aliviada de que Dios le perdonara sus pecados y le salvara la vida. ¿Amén?

A nosotros(as) se nos ha olvidado la gracia de Dios que nos perdonó a nosotros(as). Se nos olvida el amor del Dios que nos engendró para que amásemos a los demás que también fueron engendrados por Dios. Para que seamos el suave aroma de Cristo para los demás.

Como decía la oración infantil de una niña en la iglesia: “Dios mío, haz que la gente mala se vuelva buena, y que la buena se vuelva agradable.” ¡Ojo! Hay una gran verdad en esa breve oración. ¿Qué testimonio ofrecemos? La seriedad no está reñida con la alegría y el gozo del Señor. No se confundan. Podemos ser serios con los asuntos del Señor, pero también podemos estar gozosos y alegres, llenos de la gracia de Dios y alegrar la vida de los demás con el suave, agradable aroma de Cristo. ¿Amén?

Amados(as), amémonos unos a otros(as) porque el Amor viene de Dios y todo el que ama ha nacido de Dios, porque Dios es amor. La orden divina es que nos amemos unos a otros(as). No tenemos opciones, alternativas, justificaciones. Si Dios nos ha amado, no tenemos salida, no tenemos escapatorias, no tenemos excusas: tenemos que amarnos los unos a los otros(as). ¿Algún Amén en la Casa de Papá? Nadie dice que sea fácil, pero Dios nos el poder para vencer. ¿Y ahora, habrá algún Amén en la Casa de Papá?

Nosotros(as) no somos mejores que los demás. Lo que nos distingue es que hemos aceptado el perdón que la Gracia de Dios nos ofrece. No podemos reclamar superioridad moral, ni espiritual, ni cultural. La Iglesia que se mantiene unida entre sí, amándose los unos a los otros(as), esa es la Iglesia que ofrece un testimonio de la Gracia de Dios para los demás.
Yo mismo tengo que luchar contra los deseos de la carne, los tentáculos de la falta de gracia en mi propia vida. ¿Cómo amar a un hijo adicto, a unos hermanos incrédulos? Además, como Pastor, diariamente batallo contra el orgullo, la crítica, el sentimiento de que tengo que ganarme la aprobación de Dios y de los miembros de la iglesia. Pero la Gracia de Dios me grita por todos lados: “Tú no puedes hacer nada para que Yo te ame más, ni menos; ya Yo te amo.” ¡ALELUYA! ¡Gloria a DIOS! ¡Cristo me ama…La Biblia dice así….!

Lo que el ser humano necesita es el perdón de Dios, pero Dios quiere usarnos a nosotros(as) como testigos de que eso es posible. Lo que el ser humano necesita es sentir y saber que Dios le acepta, que Dios es el Dueño de su vida y que le sostiene para siempre. Dios jamás abandona a un corazón arrepentido, jamás. Aunque no tenga nada en sus manos para ofrendar, Dios no se olvida de esa vida; jamás le abandona. Lo único que tiene que hacer el ser humano es aceptar el amor y la gracia que Dios le ofrece gratuitamente. No podemos “ganarnos” el Amor de Dios. Dios lo ofrece gratuitamente. El ser humano lo acepta o no. Punto.

En este sentido, la Iglesia está comisionada para demostrar que la Gracia de Dios es real; que es posible ser transformado por el poder de La Palabra Viva que es Cristo actuando a través del Espíritu Santo; que hay gozo, alegría, danza, júbilo, algarabía, esperanza, paz en aquellos que han sido perdonados y han recibido el Amor gratuito de Dios, es decir, la Gracia de Dios. Aquí hay lugar para la alabanza apasionada, la generosidad extravagante, la hospitalidad radical, el servicio arriesgado y el desarrollo de la fe en Jesucristo. Aquí hay lugar para los que caen, pues ellos serán levantados; aquí hay lugar para los que han pecado, pues aquí encuentran la oportunidad de arrepentirse y ser perdonados por Dios. Los perfectos están en el Cielo. Aquí estamos los que estamos en el proceso de construcción, de re-construcción y de transformación. Aquí estamos los valientes que se arrepienten y son perdonados. ¿Amén? ¡Amén!

LLAMADO. Y ¿Qué es lo que Dios espera de nosotros(as)? ¡Que nos amemos los unos a los otros(as)! Nada más y nada menos. Haciendo esto damos testimonio de que somos la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, la Familia de Dios. Haciendo esto le decimos al mundo, a los demás, que vale la pena aceptar el Amor gratuito de Dios. Eso es vivir la gracia. Eso es esparcir el Suave Aroma de Cristo, el Perfume Grato del Señor para todos los demás que necesitan, igual que nosotros(as), aceptar la invitación de Dios para ser Su Familia. ¡Despierta: que aquí hay gozo, aquí, sí hay gozo!

La gracia de Dios les llega sin costo alguno a las personas que no la merecen y yo soy una de ellas. Recuerdo lo resentido que estaba, siempre tenso y lleno de ira; mi corazón endurecido; herido por la misma iglesia y por la falta de gracia que había aprendido (pensando que con “buenas obras” podía comprar, ganar el Amor de Dios.) Estaba rebelde, confundido, destruido emocionalmente, y así me encontró Dios; así me amó, así me perdonó, me salvó, me restauró, me restituyó a Su Cuerpo; así me llamó y aquí estoy, tratando de ser el suave aroma de Cristo para los demás. Te deseo gracia, pues es lo mejor que he recibido y todo lo que tengo lo he recibido de la Mano de Dios.

Amados(as): Amémonos unos a otros(as). Que así nos ayude Dios. ¿Amén? ¡Amén!
“Si no fuera por Su Gracia y por Su Amor…” (¿Qué sería de mí?)

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